Dicen
que una vez, había un ciego sentado en la acera, con una gorra a sus
pies y un pedazo de madera que, escrito con tiza blanca, decía: “POR
FAVOR AYÚDEME, SOY CIEGO”.
Un creativo de publicidad que pasaba frente a él, se detuvo y observó unas pocas monedas en la gorra. Sin pedirle permiso tomo el cartel, lo dio vuelta, tomo una tiza y escribió en él.