Tras un período de descanso del blog lo retomo con mucha energía.
Esto es porque me ha sucedido algo súbito aunque esperado.
Esta vez voy a hablar más que nunca en primera persona, porque es mi experiencia lo que quiero contar, y porque he aprendido mucho de algo muy pequeño.
Me he quedado sin trabajo.
No es de extrañar, tal y como está el panorama mundial. Era esperado, puesto que tenía fecha de caducidad, pero si ha sido súbito, y por qué no decirlo, lo he sentido (que no digo que lo sea) subrealista.
Cuando me lo comunicaron me lo tomé de buena manera, ya lo esperaba, no había trabajo. Pero esta mañana, cuando he ido a entregar los partes de trabajo es cuando me he enterado de que debía volver a firmar el finiquito, que no había (según la conversación) ninguna esperanza de continuidad. Me he quedado en el sitio, sin reaccionar. ¿Por qué, si ya me lo esperaba? Porque el día anterior en la empresa no me dijeron nada de esto, solo que si ya me habían comunicado que no fuera "mañana". Quien tuvo el desagradable momento de firmarme esos partes, ni me miro a la cara. Y esto me induce a reflexionar. ¿Que nos está pasando?, ¿no somos capaces de hablar?