Podría
definirse como un mapa mental, no obstante la palabra paradigma
contiene muchas acepciones, estando los paradigmas científicos,
sociales, etc.
Como manera de definirlo valdría la definición de Mumné (1989) para quien en la psicología social específicamente derivan de modelos que se ubican en las concepciones de la ciencia. De manera que independientemente del acontecimiento que suceda, el que concibe o interpreta la realidad es el hombre que mediante su pensamiento da una explicación científica, social, etc.
Después
de la generación del pensamiento, la persona necesita exponer su
concepción de la realidad, con lo cual nacen la religión y/o las
ciencias. De este modo, podríamos decir que paradigma es el conjunto de
ideas agrupadas que facilitan la comunicación entre los individuos
dentro de una comunidad, tal y como expresó Thomas Khun en " La
Estructura de las Revoluciones Científicas" .
De
esto deducimos que cada uno poseemos una serie de paradigmas o formas
de ver la realidad y que nos influyen a la hora de afrontar la vida.
Estos paradigmas que nos condicionan a la hora de afrontar los acontecimientos son: prejuicios, miedos, emociones,
actitudes, fortalezas, etc., ordenadas en nuestra mente de igual
manera que en un centro de control que los administra para cada ocasión
concreta.
Sin
estos esquemas o mapas mentales, nos resultaría muy difícil sobrevivir
en nuestra realidad, no obstante, debemos tener la capacidad de poder
cambiarlos, debemos tener también la capacidad de decidir si los
utilizamos o no, si continuan siendo útiles o por el contrario están
obsoletos y ha llegado la hora de deshecharlos por completo.
Hemos
de saber, que los prejuicios, las fortalezas, las debilidades, los
paradigmas en definitiva, se pueden cambiar, construir y desmontar. Es
posible mediante un trabajo de auto-observación, de auto-control y de
auto-entendimiento, saber como reaccionamos ante los diferentes
estímulos que recibimos constantemente a lo largo del día, si lo hacemos
tras reflexionar o actuamos de modo automático.
Si
bien no vamos a observar cada aspecto de nuestras reacciones, sí
podemos hacerlo cuando nos enfrentamos a una situación semejante a otra
en la que debido a nuestros paradigmas obtuvimos por nuestra respuesta o
actuación un resultado diferente al que hubieramos esperado de nosotros
mismos. Una vez localizados los paradigmas, los miedos, las
frustraciones, debemos crear un cortocircuito, para que la próxima vez
que nos veamos en una situación similar, no actuemos de modo automático,
sino que nos tomemos un tiempo para analizar la situación,
reflexionemos y consecuentemente actuemos.
Para
crear estos cortocircuitos, una vez identificada la situación, lo más
común es tomarse un tiempo y respirar, lenta y profundamente, desde la
parte inferior de los pulmones. La respiración está estrechamente
relacionada con lo que tomamos y damos, con lo que compartimos, hacer la
respiración consciente nos hace ser conscientes de nosotros mismos.
Si
tras tomar aire conscientemente, nos damos cuenta de que no somos
capaces de reaccionar de otra manera que no sea condicionados por
nuestros miedos, emociones o demás paradigmas, tal vez, esta no sea la
ocasión de hacer nada, aunque sin saberlo, ya habremos conseguido mucho:
ser conscientes de nosotros mismos y poder frenar.
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