¿Cuantos
cuadernos y cuadernillos de caligrafía hemos llenado uno tras de
otro?¿Cuantos puntos nos quitaban en un examen por la mala
ortografía?
Las
nuevas tecnologías nos han facilitado muchas tareas, ¿será por
esto que nos hemos vuelto perezosos, que no queremos pensar?
Antes,
muchas personas no tuvieron acceso a una educación completa,
teniendo que salir de la escuela pronto para trabajar y ayudar a la
economía familiar. Hoy, cuando se tiene acceso,derecho y obligación
de una educación completa, es cuando peor se escribe a rasgos
generales.
Antaño,
las faltas eran ortográficas, pero las personas se esforzaban aún
así en mantener una buena caligrafía. Hoy, la tendencia caligráfica
ha cambiado, hay mayor libertad, no se encorseta a la persona a la
hora de escribir permitiéndole con ello ser ella misma, pero ¿y la
ortografía?. Aunque todos estemos en derecho de cometer alguna falta puntualmente, personas que han estudiado no saben donde lleva
buhardilla la “h”, les da lo mismo escribir “haber” donde
debiera ir un “a ver”, confunden la conjugación verbal del
presente de indicativo en tercera persona del verbo “haber” con
la preposición “a”. A todo esto hay que añadir que últimamente
se tiende a reducir tanto la escritura (los 140 caracteres han
propiciado esto en parte) que nos comemos las “h”, "por qué" y
"porque" se han convertido en “xq” con lo cual a la hora de
escribir no sabemos cuando utilizar por qué o porque y si lo hacemos
sería un milagro que pusieramos bien el acento.
Como
colofón, ya hay voces que dicen que en un futuro no muy lejano a los
niños no hará falta enseñarles a escribir como nosotros
aprendimos. Los defensores de esta manera de pensamiento argumentan
sus palabras diciendo que ¿para qué?, si los jóvenes sólo van a
escribir a través de un teclado o de la propia pantalla táctil, con
que conozcan las letras tipográficas es suficiente.
Esto,
personalmente, me parecería volver al antes del antes, es decir,
toda época ha tenido su tendencia caligráfica, que nos ha
condicionado en parte la manera de ser y de pensar. Siempre ha habido
quien independientemente de esta tendencia, ha personalizado más o
menos su escritura, hoy podemos observar
muchísimos tipos de caligrafía diferentes entre las personas. Pero,
si llegáramos al punto en que solamente escribiéramos en letra
tipográfica, se nos condicionaría mucho más. Y esto, aún pudiendo
elegír la familia y el estilo de letra.
Desde
el punto de vista grafológico, son muchas las características de la
personalidad que se reflejan en un escrito. Así mismo, también se
pueden detectar tendencias a diversas enfermedades. En el niño,
tanto la letra como el dibujo se utilizan para detectar situaciones
de las cuales el propio niño no es capaz de hablar.
Con
la posibilidad de pérdida de la escritura manuscrita, no solamente
se pierde la ortografía (que con ayuda de los correctores podemos
solventar, aunque continuemos confundiendo los verbos “ver” y
“haber”), también vamos a perder la gramática (que con ayuda de la web 3,0 los correctores semánticos y
gramaticales solucionarían ese problema), sino que vamos a ir
perdiendo poco a poco nuestra esencia, encorsetados en tipografías
inamovibles y estipuladas.
Espero
que los defensores de este tipo de pensamiento, los que auguran el
fin de la comunicación manuscrita se confundan, y continuemos
expresando nuestra esencia a través de nuestra letra.
De
otra manera, perderíamos esto, nuestra personalidad, además de la
frase con la que todos aprendimos lo que era un verbo, un adverbio y
una interjección : “Ahí hay un hombre que dice ¡ay!”
Porque
por muy bien diseñados que estén los correctores, el significado de
la frase les da absolutamente igual, y no es lo mismo decir : “Señor,
muerto está, tarde llegamos” que decir “Señor muerto, esta
tarde llegamos”
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